martes, 22 de octubre de 2019

Faro de Vigo: entrevista a Quico. “La exhumación de Franco no sirve de nada si la juventud no sabe ni quién era”

FARO DE VIGO
MIÉRCOLES, 9 DE OCTUBRE DE 2019

FRANCISCO MARTÍNEZ LÓPEZ “QUICO”  Guerrillero antifranquista

“La exhumación de Franco no sirve de nada si la juventud no sabe ni quién era”


“La Ley de Memoria Histórica es una entelequia; las fosas comunes quedaron”



NELI PILLADO  Nigrán

  Sus padres fueron torturados, vio como simulaban el fusilamiento de su hermano, vivió la desaparición de su maestro, las “atrocidades” contra sus vecinos... “Yo no vine al mundo para ser guerrillero, fue la represión franquista la que me hizo serlo”, afirma. Francisco Martínez López “El Quico” empezó a colaborar con la Federación de Guerrillas León-Galicia, la primera organizada en España tras el alzamiento militar de 1936, con solo 15 años y su guerra continúa a los 94. Ha publicado el libro “Guerrillero contra Franco. Guerrillero contra el olvido” y está empeñado en defender la reconstrucción de la historia “real” para “curar heridas”. Ha llevado su mensaje por toda España y ayer ofreció una charla en Nigrán. Lo hizo para recordar a su compañera de lucha Chelo Rodríguez, la guerrillera gallega que falleció este verano, a través del documental “La isla de Chelo” , que dirige su hija Odette. El acto que congregó a decenas de personas en el auditorio de Nigrán se enmarcó en las jornadas “A Volta das Nove”, que organiza el Instituto de Estudos Miñoráns, en colaboración con los concellos de la comarca, para rendir homenaje a las represaliadas.
– ¿Qué hace un hombre de 94 años, con todo lo que ha vivido, recorriendo miles de kilómetros?
–(Ríe) Estoy tan absorbido por la costumbre que no sé hacer otra cosa. Como no he ganado ninguna batalla, salvo la de la dignidad, estoy en ello todavía.
–Parece que la exhumación de Franco llegará pronto... ¿No se ha avanzado nada?
–Llega muy tarde y no sirve de nada si la juventud no sabe ni quién era. No es que yo desee que el dictador esté allí, sino que la exhumación debería ir acompañada de una divulgación del por qué está enterrado allí y por qué se le quiere sacar y de medidas que no se han hecho. No se han judicializado los crímenes contra la humanidad y todavía hay mucha gente por ahí perdida en cunetas sin haber hecho na a malo. Un país encuentra la paz cuando se curan esas heridas.
–No es suficiente la Ley de Memoria Histórica aprobada en 2007.
–No sirvió de nada, salvo para decir problema resuelto, pero las fosas comunes quedaron. Se exhuma a una persona y se lleva a un nicho familiar sin presencia de un juez. Esa ley es una entelequia. No fueron muertes casuales y los crímenes contra la humanidad y la vulneración de los derechos humanos no prescriben como delitos. No se trata de juzgar a personas, sino los hechos que alteraron la convivencia en este país y que hay que condenar.
–Pide mucho.
–Aquí tuvimos una Transición del miedo, de la ocultación. La Constitución puso punto y final en 1977 y no hemos sido capaces de construir nuestra historia, nuestra identidad. Quizás por mi edad me agarro mucho a lo que era posible y no fue a partir del 36.
–¿Existe un recuerdo idílico de la República?
–Yo fui a una escuela laica que nos transmitió valores de fraternidad, nos preparaban para ser adultos que no se dejen llevar, sino que intervengan en la organización de la sociedad. Las mujeres se asociaron como personas libres, los campesinos empezaron a participar en sindicatos, las misiones pedagógicas de aquella generación del 27 llevaban los libros, el teatro y el cine a los pueblos. Las personas eran más nobles, más solidarias. Era el inicio de una sociedad que iba a transformarse.
–La resistencia antifranquista nació en 1936 y perduró hasta la década de los 50. Entró siendo un niño.
–Los que no pudieron escapar el 18 de julio de 1936 están en fosas comunes y los que pudieron se convirtieron en ‘fuxidos’ y en 1939 se organizaron en grupos ofensivos, lo que se llama resistencia, que se fue nutriendo de las nuevas generaciones como yo. Pero yo no vine al mundo para ser guerrillero, fue la represión franquista la que me hizo serlo porque asesinaba y perseguía a la gente.
–¿Es falsa la imagen romántica del guerrillero que se echa al monte?
–El romanticismo está muy bien para desvirtuar un movimiento popular, pero en el monte ¿a quién defiendes? ¿A las cabras? Yo nunca dormí en el monte y me esfuerzo por deshacer la mitología de lo que fue el guerrillero. No éramos superpersonas que íbamos a dar la solución a España, pero estábamos organizados y teníamos enlaces en los pueblos y un fuerte apoyo popular. En Galicia y León, la guerrilla duró 16 años y sin el apoyo de la gente habría sido un suicidio de cuatro días.
–Ha venido a Nigrán a hablar del papel de la mujer en la guerrilla, ¿cómo fue?
–Es una parte oculta de esta historia porque vivimos en una sociedad patriarcal que no entiende el concepto de la mujer como activo en un estado específico de la guerrilla. En la federación de Galicia llegamos a ser una red de un millar de personas, cerca de cien estructurados como guerrilleros. Y entre ellos, diez mujeres a las que mataban, enviaban a la cárcel o se exiliaban. Pero también había mujeres organizadas en los pueblos que establecían contactos y jugaron un papel importantísimo en los servicios de información, en reparto de propaganda y comunicación.


FICHA PERSONAL
  Nació el 1 de octubre de 1925 en la localidad berciana de Cabañas Raras. Empezó a colaborar con la guerrilla antifranquista como enlace en 1939 y se integró como guerrillero en 1947. Permaneció en la resistencia clandestina hasta 1952, cuando logró huir a Francia. Regresó en 1977.



“Quico” Martínez, ayer, en Nigrán.
// J. Lores

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