Quico logró
escapar a Francia en los años cincuenta pero no todos sus compañeros
pudieron
ANTÓN
GRANDE
Lugo, 08
de febrero de 2015. Actualizado a las 05:00 h.
Francisco
Martínez, Quico, entró a formar parte de la guerrilla
antifranquista en 1947, aunque desde aproximadamente los diez años
ya formaba parte de los enlaces. Ahora, a punto de cumplir los 90
años, hace recuento de lo que fueron aquellos años de lucha contra
la dictadura pero también de esperanza en la respuesta que podrían
dar los aliados al ganar la Segunda Guerra Mundial.
-¿Fue tan
romántica la resistencia guerrillera como se pintó?
-Es
difícil responder porque hay de todo, desde los que exaltaron el
heroísmo hasta que nos trataron de bandoleros. Lo que sí había era
un activismo profundo de compromiso y con los compañeros. Puede
parecer muy romántico; pero lo pasamos mal, con enfrentamientos con
la guardia civil, con muertos o con el exilio.
-¿Llegó a
haber tantos infiltrados como se dice?
-Alguno hubo, pero no
fueron muchos. Los problemas surgieron más con otros compañeros
porque nosotros sabíamos cómo había que luchar en Galicia y cuando
después de finalizar la guerra mundial, llegaron cuadros del PCE,
traían ideas de lucha como la realizada en Francia y aquí no era lo
mismo. Hubo, eso sí, algunos infiltrados de la policía, pero no
llegaron a tener poder dentro de la agrupación guerrillera.
-¿Cómo
fue el papel de la mujer?
-El papel de la mujer en la
guerrilla ha sido muy importante y, sin embargo, es la gran olvidada,
ya que de ellas se olvidan hasta los historiadores, a pesar de jugar
un papel fundamental, tanto en los enlaces, como Carmiña de
Montefurado, Carmen de Villamartín o la lucense Manuela Sánchez,
que fueron torturadas, violadas y asesinadas, sin olvidarse de las
mujeres que pertenecían a los grupos guerrilleros.
-¿Cómo se
surtían de armamento y propaganda?
-La propaganda la hacíamos
con máquinas de escribir, salvo Mundo Obrero, que nos lo enviaban.
Por lo que se refiere al armamento, fuimos a Asturias porque los
mineros habían guardado armas en abundancia y luego nos surtíamos
de las que le cogíamos a la Guardia Civil. En 1951, tuvimos un duro
enfrentamiento con las fuerzas; y al escapar, nos topamos con un
guardia muerto, al que arrebatamos el naranjero. También desde
Portugal nos llegaban algunas, porque el PCE no nos dio ni armas ni
dinero.
-Enriqueta Otero fue para unos una heroína y para
otros una luchadora floja. ¿Qué opina?
-El Partido Comunista
fue injusto con Enriqueta Otero, muy luchadora y con un carácter muy
firme. Fue olvidada porque se dijo que tras ser herida, cantó ante
la policía y detuvieron al partido en Lugo; pero aunque así fuese,
hay que saber la capacidad que cada persona tiene para superar el
dolor cuando la torturan y ella, probablemente, no lo
resistió.
-¿Quién dio la orden de retirada a Francia al ver
la lucha perdida?
-Nadie
nos dio orden alguna. Fue un acuerdo tomado entre los últimos
guerrilleros que quedábamos, porque vimos que había que escapar
pues las cosas se ponían mal y corríamos peligro de muerte, por lo
que decidimos emprender la marcha hacia Francia, que, por cierto,
estuvo llena de peligros.
-Que guerrilleros como Pinche o
Piloto se negasen a la retirada, ¿no fue contraproducente?
-Estos
compañeros tenían mucho apoyo en los pueblos y aldeas. Eran de
nuestra agrupación, y no se atrevieron a marchar, pensando que el
régimen de Franco iba a durar poco. No tenían sentido del
bandolerismo; pero al quedarse aquí, ya no eran guerrilleros, sino
que actuaban por supervivencia porque si se entregaban, les esperaba
la muerte o muchos años de cárcel..
«Nos
sentimos traicionados por las fuerzas democráticas»
«No
solo nos sentimos olvidados, sino traicionados por los partidos
democráticos con el acuerdo al que llegaron en la Transición. Hasta
el punto de que los muertos y los que hemos luchado en el monte
contra la dictadura seguimos siendo delincuentes. Es cierto que de
vez en cuando algunos organismos internacionales denuncian que en
España siguen sin perseguirse los crímenes de lesa humanidad, pero
las fuerzas democráticas de este país siguen sin tomar nota, y en
los libros de texto no se habla para nada de la lucha antifranquista
ni se clarifica la historia durante la dictadura», relata
Martínez.
-¿Cuál ha sido el momento más duro y el más
feliz de su vida como guerrillero?
-El más alegre, cuando me
vi libre al llegar a Francia, porque el paso hasta allí fue muy
complicado. El momento más duro, el último combate con las fuerzas
policiales, que duró 14 horas. Éramos cuatro guerrilleros y un gran
número de guardias civiles, que incluso traían un mortero y
quemaron dos casas para rodearnos y capturarnos. Fue en Corporales
(León), y vimos que íbamos a morir, aunque pensamos que teníamos
que hacerlo con dignidad. Al final, logramos salir a tiros vivos los
cuatro.